Generalmente cuando decimos “yo soy libriana” o “yo soy de Tauro” nos estamos refiriendo a la posición del Sol en el momento de nacer. Esta posición todos la podemos conocer simplemente con acercarnos a un horóscopo de los que aparecen en los diarios o revistas y buscar nuestra fecha de nacimiento. Ahora bien, en nuestra carta natal podemos observar la posición de todos los planetas en el momento en que nacimos, uno de ellos es la LUNA que es una compañera muy cercana pero quizás desconocida.
Planetariamente la Luna permanece aproximadamente dos días por signo con lo cual la posición de nuestra Luna natal puede ser en cualquier en cualquier signo del zodíaco.
La Luna es una compañera muy cercana pero quizás poco conocida. Desde que nacemos somos más Luna que Sol ya que el Sol es el camino a seguir y se va adquiriendo a medida que vamos creciendo mientras que la
Luna, en la interpretación astrológica, nos acompaña desde que nacemos porque es ese lugar donde volvemos a ser niños, cuando reaccionamos espontáneamente normalmente nos comportamos como la Luna que traemos. Además significa la relación con nuestra madre, y cómo efectivizamos nuestras emociones. La Luna muestra nuestra vulnerabilidad, y cómo somos capaces de demostrar el afecto. Cuando crecemos se convierte en el mecanismo psicológico donde nos refugiamos cada vez que se pone en juego nuestra estabilidad emocional.
Luna, en la interpretación astrológica, nos acompaña desde que nacemos porque es ese lugar donde volvemos a ser niños, cuando reaccionamos espontáneamente normalmente nos comportamos como la Luna que traemos. Además significa la relación con nuestra madre, y cómo efectivizamos nuestras emociones. La Luna muestra nuestra vulnerabilidad, y cómo somos capaces de demostrar el afecto. Cuando crecemos se convierte en el mecanismo psicológico donde nos refugiamos cada vez que se pone en juego nuestra estabilidad emocional.
A la Luna se lo relaciona con la madre y el sentir miedo como acto reflejo, significa volver al útero materno a ese lugar de protección donde nada nos lastimaba porque allí estábamos protegidos.
Así como mamá nos nutre, nos brinda protección y amor desde que nacimos hasta adquirir cierto grado de independencia la Luna es en la mirada astrológica quien energéticamente nos da esa nutrición.
En principio es mamá, las características del hogar y el entorno íntimo que rodea a la relación madre - hijo luego en todo lugar donde haya que poner en juego lo afectivo más inconsciente aparecerá el tema lunar. Es importante saber cuál es nuestra luna porque forma parte del camino de autoconocimiento que se realiza cuando se analiza la carta natal.
A partir del mes de marzo estoy iniciando una serie de talleres para trabajar con la Luna natal. Allí veremos cuál es la energía que cada participante pone en juego en los momentos de demostrar afecto, cómo pudo haber sido la relación con su madre y finalizaremos con un ejercicio para dejar plasmada la energía que hayamos descubierto.
Además año a año el panorama afectivo varía porque cambia la Luna en la Revolución Solar, esto representa una oportunidad para conectarnos con diferentes formas de expresarnos afectivamente.
Quienes sientan deseos de recapitular y tratar conocer más acerca de sus propias reacciones afectivas los convoco a participar de un interesante TALLER que nos hace viajar tal vez un poco a nuestra infancia y a nuestras formas de reaccionar impensadamente.
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