¿Por qué y cómo limpiar los cuencos Tibetanos?
Los cuencos son más que instrumentos sonoros: son portales vibracionales que canalizan energía, intención y sanación.
Cada vez que los usamos, absorben frecuencias, emociones y memorias del entorno. Por eso, limpiarlos no es solo una cuestión estética, sino un acto de respeto y renovación espiritual.
Limpiar los cuencos tibetanos no es solo una cuestión de
higiene, sino de mantener su vibración pura y su energía alineada.
La limpieza puede hacerse de forma ritual o práctica.
En lo físico, se recomienda usar un paño suave (idealmente de algodón o microfibra) humedecido con jugo de limón natural.
Secado inmediato: Evitá la humedad prolongada que puede oxidar el metal. Evitar productos abrasivos que dañen el metal.
Pero lo más importante es la intención. Al limpiar, conéctate con el cuenco como si fuera un ser vivo. Podés encender una vela, sahumar el espacio con palo santo o copal, y repetir una frase como: “Libero toda energía que ya cumplió su ciclo. Este cuenco vuelve a vibrar en su pureza.”
Este gesto sencillo transforma el cuenco en un canal limpio y disponible para nuevas sesiones, rituales o meditaciones. Es una forma de honrar su rol como aliado en tu camino espiritual.
Tocá otro cuenco, campana o diapasón cerca para
“resetear” su vibración.
Un cuenco limpio es un canal claro.
Su sonido será más puro, su efecto más profundo, y la práctica más alineada.
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